Deberían juzgarles severamente y aplicarles un correctivo ejemplar. Pero ningún Código Penal, ni Civil, ningún Real Decreto Legislativo, ni ninguna Directiva de carácter internacional persigue la falta de actitud ante la vida. Y vivir de esa manera, amargado y amargando, debería ser considerado un crimen contra la humanidad.
Les pondría a todos a recoger confeti después de las fiestas de cumpleaños. A ver si se les contagia alguna sonrisa mientras barren.
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