El año pasado aprendí que las personas somos como recetas de cocina. Hay recetas elaboradas para hacer con días de antelación y deleitarse despacio, y recetas simples, para salir de un apuro y despachar con rapidez. Hay recetas dulces, saladas, agrias y picantes, recetas para entrantes, primeros platos, postres y hasta platos únicos. Hay recetas para compartir y recetas para disfrutar en soledad.
Hay platos que rememoras toda la vida, platos que con el tiempo, no sabrías reconocer con exactitud pero que te han liberado acercándote a sabores auténticos por los que renegaste de precocinados.
Aprendí que somos recetas de cocina y que está todo inventado en la combinación de menús. Podrás ser creativo mezclando platos imposibles, pero la digestión será pesada, difícil y probablemente arruinará el recuerdo del encuentro.
Este año seré purista. No hay demasiadas recetas de té para compensar excesos.
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