La señorita Marie Puppies apareció con sus tres bolsos y su sonrisa buscando con la mirada el destinatario del sobre que le habían asignado en el reparto de la mañana.
Justo cuando se paró frente a mi y me pregunto salpicándome con su confeti:
"- podría usar tu paraguas, si us plau?" Supe que el sobre de ese día tampoco era para mi, pero que podría llamarla con sólo chocar mis tacones en cualquier momento y acudiría en mi ayuda donde estuviera. Así que se lo presté y regresé a casa caminando por la sombra.
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