Estaba totalmente enamorada del protagonista. Nos imaginaba aprovechando el cambio de turno de los vigilantes de la librería para desplazarnos sigilosos entre las hileras de libros, eligiendo al azar uno de cada balda, y dejándoles en la última página una pequeña hoja con un final alternativo que Max había elegido y redactado minuciosamente para que no desentonara con ninguna historia...
Apague la luz, me tapé la cabeza y pensé, no seas tonta Lidia, es sólo un cuento.
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