Mi madre siempre me adelantó dos dias la fecha de mi cumpleaños. Las mil primeras veces se confundía de verdad. No se acordaba del día exacto. Las siguientes estoy segura de que se equivocaba a propósito sólo para ver cómo fingía enfadarme.
Así que decidí volver a empezarme ese día y a celebrarlo minuciosamente cada año.