Regresaba a casa caminando despistado, sin pensar en nada concreto, con la mochila cargada de extrañas muestras de plantas, cuando de repente, parada frente a él, una joven hembra de pequeño ser apachuchable de lengua rosa, del subgrupo de los pies fríos y subespecie de los que permanentemente tienen una mano en la cintura, sonreía con los ojos cerrados al sol que le calentaba la carita.
Daban ganas de abrazarla. Lástima que tengan tan mala memoria.
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