Hace frío, llueve y todo se ve gris. Un niño sale corriendo y se para sonriente frente a un charco. Me busca la mirada con malicia, invitandome a saltar con él, y terminamos salpicandolo todo de risas y de los colores que aparecen cuando aterrrizan en el suelo... menos mal que no nos hemos dado cuenta sólo nosotros.
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