No tengo olla express en casa. No la necesito porque ya tengo una en la cabeza que condensa horas de problemas en minutos y así tengo tiempo para más.
Tampoco tengo brújula. No la necesito porque la salida no siempre está al norte; y porque no importa por dónde salga el sol, siempre le estará dando la espalda a algún despistado que llega tarde mientras le sonríe a todos los demás.
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